¿Pueden los malos convertirse en buenos? No. ¿Pueden los malos, enemistados, amistarse entre ellos? Sí. ¿Debemos permitir, los buenos, que los malos unan fuerzas? No, porque usarán su unión contra nosotros, los del bien. Las mentiras de la Biblia me hicieron creer que las personas buenas pueden comportarse mal por culpa de un espíritu maligno, por eso el consejo de orar por ella no me pareció tan absurdo, porque antes Sandra fingía ser amiga, y caí en su engaño.

Sucedió en el Perú: Cuando intenté obtener una evaluación independiente, el psiquiatra se negó a hacerla, argumentando que si mi diagnóstico salía normal, lo acusarían de fraude. La persecución que he sufrido es una muestra de cómo se usa la psiquiatría para reprimir a quienes piensan diferente. Pero sigo adelante. La verdad no puede ser silenciada.

¿Pueden las personas malas volverse buenas? █

No, las personas malas no pueden volverse buenas. Pero ¿pueden las personas malvadas que son enemigas hacer las paces entre sí? Sí. ¿Deberíamos nosotros, los buenos, dejarles unirse? No, porque usarán su unidad contra nosotros, el pueblo justo.

Las mentiras en la Biblia me hicieron creer que las personas buenas podían hacer cosas malas debido a los espíritus malignos. Por eso, la sugerencia de orar por una mujer llamada Sandra no me pareció tan absurda, porque anteriormente Sandra se había hecho pasar por amiga y yo había caído en la trampa.

No llamo a Dios mentiroso; Llamo a los romanos mentirosos, porque han falsificado muchos de los mensajes de sus mensajeros y los han hecho aparecer como la verdad en la Biblia.
Y aquí hay un versículo engañoso en la Biblia que implícitamente afirma que las personas malas pueden volverse buenas:

Lucas 5:32 – «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, para que se arrepientan.»

En esta afirmación hay dos mentiras: Además de la mentira ya mencionada, este versículo también descarta la posibilidad de que una persona justa pueda pecar.
Sin embargo, el Salmo 41, el Salmo 118, Miqueas 7 y Daniel 12 muestran claramente que los justos pueden caer en pecado mientras viven en tinieblas (ignorancia), y para dejar de pecar necesitan conocer la verdad (la luz del mensaje revelador y justo que destruye su ignorancia promovida por gente malvada). Pero no es así para los malvados, que dicen que la verdad es su dios de pelo largo, Júpiter o Zeus, cuyo nombre sólo han cambiado, además de decir que la verdad es un conjunto de mensajes contradictorios.

Los romanos calumniaron a Pablo, atribuyéndole el versículo Efesios 6:12, que dice que la lucha no es contra carne y sangre. Pero en realidad la lucha es contra carne y sangre.
Números 35:33 menciona la pena de muerte contra carne y sangre, el ángel enviado por Dios a Sodoma destruyendo carne y sangre, no «los espíritus malignos en los lugares celestiales».

Los romanos, actuando como «Satanás», crearon contenidos que hicieron parecer parte de la ley mosaica, contenidos injustos para desacreditar a los justos: la Biblia no sólo contiene la verdad; pero también contiene mentiras.

¿Quieres saber más mentiras que la gente mala pretende ignorar?

He aquí otro ejemplo:

Muerte de Esteban (Hechos 7)
Según Hechos 7, en sus momentos finales, Esteban, como si amara a quienes lo apedreaban hasta la muerte, pidió que sus crímenes fueran perdonados.

Sin embargo, en Apocalipsis 6:9-10, Esteban y los otros santos que fueron asesinados por predicar la palabra de Dios claman venganza.

Esta clara contradicción demuestra que el imperio que mató a los santos, en su ira, distorsionó el mismo mensaje que perseguía.

 Jose Galindo ( https://ellameencontrara.com/2023/07/01/acerca-de-mi-jose-carlos-galindo-hinostroza/ )  IDI01 ¿Qué dice la Biblia sobre – ¿Dónde dice en la Biblia – ¿En que parte de la Biblia esta escrito que  2 de abril de 2025 73 minutos

Ejemplo de autobiografía: La autobiografía de José Carlos Galindo Hinostroza. Una síntesis de los extraños acontecimientos me trajeron a este lugar.

Esta es mi historia:

(José Galindo, Fotografía de 2014).

El contexto de esta pelea grupal es extremadamente misterioso, si no, ya habría volteado la página, pero estoy aquí en busca de encontrar respuestas y de encontrar ayuda para lograr tener esas respuestas: La pelea en la esquina del IDAT (Instituto de Computación): Así me defendi con mi Kung Fú básico, hablamos de 1998. Esta es una historia larga y misteriosa, digna de una película y de la atención internacional, y es resumida en menos de media hora. Espero enganche porque tiene mensajes importantes en algunas de las imágenes del vídeo, en la parte final.

La pelea en la esquina del IDAT (Instituto de Computación): Así me defendí con mi Kung Fú básico.


José, un joven criado en enseñanzas católicas, vivió una serie de acontecimientos marcados por relaciones complejas y manipulaciones. A los 19 años inició una relación con Mónica, una mujer posesiva y celosa. Aunque José sentía que debía terminar la relación, su formación religiosa lo llevó a intentar cambiarla con amor. Sin embargo, los celos de Mónica se intensificaron, especialmente hacia Sandra, una compañera de clase que le hacía insinuaciones a José.

Sandra comenzó a acosarlo en 1995 con llamadas telefónicas anónimas, en las que hacía ruidos con el teclado y colgaba.

En una de esas ocasiones, reveló que era ella quien llamaba, luego de que José le preguntara enojado en la última llamada: «¿Quién eres tú?». Sandra lo llamó de inmediato, pero en esa llamada le dijo: «José, ¿Quién soy yo?». José, al reconocer su voz, le dijo: «Tú eres Sandra», a lo que ella respondió: «Ya sabes quién soy yo». José evitó confrontarla. Durante esa época, Mónica, obsesionada con Sandra, amenazó a José con hacerle daño Sandra, lo que llevó a José a proteger a Sandra y prolongar su relación con Mónica, a pesar de su deseo de terminarla.

Finalmente, en 1996, José rompió con Mónica y decidió acercarse a Sandra, quien inicialmente había mostrado interés en él. Cuando José intentó hablar con ella sobre sus sentimientos, Sandra no le permitió explicarse, lo trató con palabras ofensivas y él no entendió la razón. José optó por distanciarse, pero en 1997 creyó tener la oportunidad de hablar con Sandra, esperando que ella le explicara su cambio de actitud y pudiera compartir los sentimientos que había mantenido callados. En su cumpleaños en julio, la llamó como lo había prometido un año antes, cuando aún eran amigos, algo que no pudo hacer en 1996 porque estaba con Mónica. En aquel entonces, solía creer que las promesas nunca debían romperse (Mateo 5:34-37), aunque ahora entiende que algunas promesas y juramentos pueden reconsiderarse si se hicieron por error o si la persona ya no los merece. Cuando terminó de saludarla y estaba a punto de colgar, Sandra suplicó desesperadamente: «Espera, espera, ¿podemos vernos?» Eso le hizo pensar que ella había recapacitado y que finalmente le explicaría su cambio de actitud, permitiéndole compartir los sentimientos que había guardado en silencio. Sin embargo, Sandra nunca le dio respuestas claras, manteniendo la intriga con actitudes evasivas y contraproducentes.

Ante esta actitud, José decidió no buscarla más. Fue entonces cuando comenzó el acoso telefónico constante. Las llamadas siguieron el mismo patrón que en 1995 y esta vez fueron dirigidas a la casa de su abuela paterna, donde vivía José. Él estaba convencido de que se trataba de Sandra, pues recientemente le había dado el número. Esas llamadas eran constantes, mañana, tarde, noche y madrugada, y se prolongaron durante meses. Cuando contestaba algún familiar, no colgaban, pero cuando contestaba José se oía el chasquido de las teclas antes de colgar.

José le pidió a su tía, la dueña de la línea telefónica, que solicitara a la compañía de teléfonos el registro de las llamadas entrantes. Él pensaba utilizar esa información como prueba para contactar a la familia de Sandra y manifestarle su preocupación por lo que ella pretendía conseguir con esa conducta. Sin embargo, su tía restó importancia a su argumento y se negó a ayudarlo. Curiosamente, nadie en la casa, ni su tía ni su abuela paterna, parecían indignarse por el hecho de que las llamadas se produjeran además en la madrugada, y no se molestaron en buscar cómo detenerlas ni identificar al responsable.

Esto tenía la extraña apariencia de una tortura orquestada. Incluso cuando José le pidió a su tía que desconectara el cable del teléfono por la noche para poder dormir, ella se negó, argumentando que uno de sus hijos, que vivía en Italia, podría llamar en cualquier momento (considerando la diferencia horaria de seis horas entre ambos países). Lo que hacía todo aún más extraño era la fijación de Mónica con Sandra, a pesar de que ni siquiera se conocían. Mónica no estudiaba en el instituto donde estaban matriculados José y Sandra, pero empezó a sentir celos de Sandra desde que encontró una carpeta con un proyecto grupal de José. La carpeta enumeraba los nombres de dos mujeres, incluida Sandra, pero por alguna extraña razón, Mónica se obsesionó solo con el nombre de Sandra.

Aunque José inicialmente ignoró las llamadas telefónicas de Sandra, con el tiempo cedió y volvió a contactar a Sandra, influenciado por las enseñanzas bíblicas que aconsejaban orar por quienes lo perseguían. Sin embargo, Sandra lo manipulaba emocionalmente, alternando entre insultos y peticiones para que él siguiera buscándola.

Después de meses de este ciclo, José descubrió que todo era una trampa. Sandra lo acusó falsamente de acoso sexual, y como si eso no fuera suficientemente malo, Sandra envió a unos criminales a que golpearan a José.

Ese martes, sin que José lo supiera, Sandra ya le había tendido una trampa.

Unos días antes, José le había contado a su amigo Johan la situación que estaba viviendo con Sandra. Johan también encontró extraño su comportamiento y pensó que podría deberse a algún tipo de brujería por parte de Mónica. Ese martes, José había ido a visitar su antiguo barrio, donde había vivido en 1995, y se encontró por casualidad con Johan. Después de escuchar más detalles, Johan le aconsejó que se olvidara de Sandra y saliera a bailar a conocer a otras mujeres; tal vez encontraría a alguien que lo ayudara a olvidarla. A José le gustó la idea.

Entonces tomaron un autobús al centro de Lima para ir a una discoteca. Por coincidencia la ruta pasaba por el instituto IDAT. Como estaban a una cuadra del IDAT, a José de repente se le ocurrió bajar un momento a pagar una clase de sábado a la que se había apuntado. Pudo ahorrar algo de dinero vendiendo su computadora y trabajando durante una semana en un almacén. Sin embargo, tuvo que renunciar porque explotaban a los empleados obligándolos a trabajar 16 horas diarias mientras que solo declaraban 12, y si se negaban a terminar la semana, los amenazaban con no pagarles nada.

José se volvió hacia Johan y le dijo: “Estudio aquí los sábados. Ya que estamos de paso, bajemos un momento, pago mi clase y luego seguimos camino a la discoteca”.

Tan pronto como José pisó la acera, antes incluso de cruzar la calle, se quedó atónito al ver a Sandra allí, parada en la esquina del instituto. Incrédulo, le dijo a Johan: “Johan, no lo puedo creer, Sandra está aquí. Es la chica de la que te hablé, la que ha estado actuando tan extraño. Espérame aquí, le preguntaré si recibió la carta donde le advertí sobre las amenazas de Mónica en su contra, y tal vez finalmente pueda explicarme qué le pasa y qué quiere de mí con todas estas llamadas”.

Johan esperó mientras José se acercaba. Pero apenas había empezado a hablar: «Sandra, ¿has visto mis cartas? ¿Puedes explicarme finalmente qué te pasa?» Cuando Sandra, sin decir palabra, hizo un gesto con la mano. Fue una señal. Entonces aparecieron tres matones, escondidos en diferentes lugares: uno en medio de la calle, otro detrás de Sandra y el tercero detrás de José.

El que estaba detrás de Sandra se acercó y le dijo: “Entonces, ¿eres tú el acosador sexual que molesta a mi prima?”

José, desconcertado, respondió: “¿Qué? ¿Yo, un acosador? Al contrario, ¡es ella quien me acosa! Si lees la carta, verás que sólo intento entender por qué me sigue llamando”.

Antes de que pudiera reaccionar, uno de los matones lo agarró por el cuello por detrás y lo arrojó violentamente al suelo. Luego, junto con el que decía ser primo de Sandra, comenzaron a patearlo. Mientras tanto, el tercer matón lo registraba, intentando robarle. Eran tres contra uno y José yacía indefenso en el suelo.

Afortunadamente, su amigo Johan intervino en la pelea, permitiendo que José volviera a levantarse. Pero el tercer atacante tomó piedras y las arrojó contra José y Johan.

La batalla en la esquina, en las afueras del instituto IDAT. Segundo trimestre de 1998. Cuadra 7 de la avenida Arequipa, esquina con el jirón Pablo Bermudez, Santa Beatriz, Lima, Perú

«En una calle urbana de noche, un hombre valiente se defiende de un delincuente alto y corpulento que intenta golpearlo con patadas. Utilizando sus conocimientos básicos de Kung-fu, José bloquea los ataques de la bestia, pisando repetidamente el empeine de su agresor mientras mantiene una postura firme de lucha. Está de pie gracias a Johan, pues otro delincuente lo había derribado por la espalda, mientras la bestia y el agresor inicial lo golpeaban, y un tercero revisaba sus bolsillos para robarle.

Detrás de él, su leal amigo Johan ha intervenido para ayudarlo, enfrentándose al atacante que inició la emboscada con cobardía, mientras que el tercero, cobardemente, va en busca de piedras para arrojarlas contra los dos nobles amigos. La escena es tensa y dramática, con la iluminación de los faroles y las luces de los autos en la esquina, proyectando sombras alargadas sobre la acera.

Pocos minutos después y a poca distancia, en el Jr. Pablo Bermudez, Sandra, la mujer que orquestó la emboscada, observará nerviosa como un oficial de tránsito afrodescendiente se acerca para intervenir.«

El ataque sólo se detuvo cuando intervino un policía de tránsito. El policía se volvió hacia Sandra y le dijo: «Si te está acosando, entonces presenta una denuncia».

Sandra, visiblemente nerviosa, se alejó rápidamente, sabiendo muy bien que su acusación era falsa.

José, aunque profundamente traicionado, no presentó denuncia. No tenía pruebas de los meses de acoso que había sufrido por parte de Sandra. Pero más allá del shock de la traición, una pregunta lo perseguía:

«¿Cómo pudo haber planeado esta emboscada, si yo nunca vengo aquí los martes por la noche? Sólo vengo los sábados por la mañana para mis clases».

Esto generó en él una duda aterradora: ¿y si Sandra no era sólo una mujer, sino una bruja con poderes sobrenaturales?

Estos hechos dejaron una profunda huella en José, quien busca justicia y desenmascarar a quienes lo manipularon. Además, busca desbaratar los consejos de la Biblia, como “oren por quienes los insultan”, porque al seguir ese consejo, cayó en la trampa de Sandra.

El testimonio de José.

Soy José Carlos Galindo Hinostroza, el autor del blog https://ellameencontrara.com, en 1997, cuando yo tenía 22 años, yo estaba enredado en las intrigas de Sandra Elizabeth, una excompañera del instituto IDAT, estaba confundido sobre lo que a ella le pasaba (Ella me acosó de una manera muy difícil de narrar, pero de esto hablé en este video https://youtu.be/KpiStRMcxd8 )

No descarté la posibilidad de que Mónica Nieves, mi exnovia, le hubiera hecho alguna brujería.

Al buscar respuestas en la Biblia, leí en Mateo 5:
» Oren por quien los insulta,»
Y en esos días, Sandra me insultaba mientras me decía que no sabía qué le pasaba, que quería seguir siendo mi amiga y que debía seguir llamándola y buscándola una y otra vez, y así fue durante cinco meses. En resumen, Sandra fingió estar poseída por algo para mantenerme confundido. Las mentiras de la Biblia me hicieron creer que las personas buenas pueden comportarse mal por culpa de un espíritu maligno, por eso el consejo de orar por ella no me pareció tan absurdo, porque antes Sandra fingía ser amiga, y caí en su engaño.

No deseo que otros justos pasen por experiencias como la mía, por eso he creado lo que estás leyendo. Sé que esto irritará a los injustos como Sandra, pero la verdad es como el verdadero evangelio, y solo favorece a los justos.

Narro todo esto en mi blog y en mis videos de Youtube:

Los ladrones suelen usar la estrategia de fingir buenas intenciones: Para robar en tiendas fingen ser clientes, para pedir diezmos fingen predicar la palabra de Dios, pero predican la de Roma, etc. etc. Sandra Elizabeth fingió ser amiga, luego fingió ser una amiga en problemas buscando mi ayuda, pero todo era para calumniarme y emboscarme con tres delincuentes, seguramente por despecho porque un año antes rechacé sus insinuaciones porque estaba enamorado de Mónica Nieves, a quien fui fiel. Pero Mónica no confiaba en mi fidelidad y amenazó con matar a Sandra Elizabeth, por lo que terminé con Mónica lentamente, en ocho meses, para que no creyera que era por Sandra. Pero así me pagó Sandra Elizabeth, con calumnias. Me acusó falsamente de acosarla sexualmente y, con ese pretexto, ordenó a tres delincuentes que me golpearan, todo esto frente a ella.

La maldad de la familia de José eclipsa la maldad de Sandra:

José sufrió una traición devastadora por parte de su propia familia, que no solo se negó a ayudarlo a detener el acoso de Sandra, sino que además lo acusó falsamente de tener una enfermedad mental. Sus propios familiares usaron estas acusaciones como pretexto para secuestrarlo y torturarlo, enviándolo en dos ocasiones a centros para enfermos mentales y una tercera vez a un hospital.
Todo comenzó cuando José leyó Éxodo 20:5 y dejó de ser católico. Desde ese momento, se indignó con los dogmas de la Iglesia y comenzó a protestar por su cuenta contra sus doctrinas, además de aconsejar a sus familiares que dejaran de rezar a imágenes. También les comentó que estaba rezando por una amiga (Sandra), quien aparentemente estaba embrujada o poseída. José estaba bajo estrés debido al acoso, pero sus familiares no toleraron que ejerciera su libertad de expresión religiosa. Como resultado, destruyeron su vida laboral, su salud y su reputación, encerrándolo en centros para enfermos mentales donde le administraron sedantes.
No solo lo internaron en contra de su voluntad, sino que, después de su liberación, lo obligaron a seguir tomando medicamentos psiquiátricos bajo amenazas de nuevos encierros. Luchó por liberarse de esas ataduras, y durante los últimos dos años de esa injusticia, con su carrera profesional como programador destruida, se vio obligado a trabajar sin salario en el restaurante de un tío que traicionó su confianza. José descubrió en 2007 que este tío le hacía poner pastillas psiquiátricas en su almuerzo sin su conocimiento. Fue gracias a la ayuda de una empleada de cocina, Lidia, que logró descubrir la verdad.

Tal como lo he narrado en este video:


Desde 1998 hasta 2007, José perdió prácticamente diez años de su juventud por culpa de familiares traidores. En retrospectiva, se dio cuenta de que su error fue defender la Biblia para negar el catolicismo, ya que sus familiares nunca le permitieron leerla. Ellos cometieron esta injusticia porque sabían que él no tenía recursos económicos para defenderse. Cuando finalmente logró liberarse de la medicación forzada, creyó que había conseguido el respeto de sus parientes. Sus tíos y primos maternos incluso le ofrecieron empleo, pero años después lo traicionaron nuevamente con un trato hostil que lo obligó a renunciar. Esto le hizo pensar que nunca debió haberlos perdonado, ya que sus malas intenciones quedaron en evidencia.
A partir de ese momento, decidió volver a estudiar la Biblia, y en 2017 comenzó a notar sus contradicciones. Poco a poco entendió por qué Dios había permitido que sus familiares le impidieran defenderla en su juventud. Descubrió las inconsistencias bíblicas y comenzó a denunciarlas en sus blogs, donde también relató la historia de su fe y el sufrimiento que padeció a manos de Sandra y, sobre todo, de sus propios familiares.
Por este motivo, su madre intentó secuestrarlo nuevamente en diciembre de 2018 con la ayuda de malos policías y un psiquiatra que emitió un certificado falso. Lo acusaron de ser un «peligroso esquizofrénico» para encerrarlo de nuevo, pero el intento fracasó porque él no estaba en casa. Hubo testigos del hecho y audios que José presentó como pruebas ante las autoridades peruanas en su denuncia, la cual fue rechazada.
Su familia sabía perfectamente que él no estaba loco: tenía un trabajo estable, un hijo y a la madre de su hijo a quien cuidar. Sin embargo, aun conociendo la verdad, intentaron secuestrarlo con la misma calumnia de antaño. Su propia madre y otros familiares fanáticos católicos lideraron el intento. Aunque su denuncia fue ignorada por el Ministerio, José expone estas pruebas en sus blogs, dejando en claro que la maldad de su familia eclipsa incluso la de Sandra.

Aquí está la evidencia de los secuestros utilizando la calumnia de los traidores:
«Este hombre es un esquizofrénico que necesita urgentemente tratamiento psiquiátrico y medicación de por vida.»

(https://naodanxxii.wordpress.com/wp-content/uploads/2025/02/ten-piedad-de-mi-yahve-mi-dios.pdf)

El punto más difícil fue en 2001,
año en que ellos casi provocan que yo me suicide, pero gracias a Dios ellos fracasaron:

Estos blogs representan un esfuerzo personal para hacer pública la verdad. Mantenerlos implica costos económicos, pero son mi única opción para que cualquiera pueda descargar los audios y documentos que prueban lo que he vivido.

Un intento de destrucción física y psicológica
Como parte de la persecución en mi contra, en 2001, cuando tenía 26 años, fui sometido a un tratamiento psiquiátrico forzado con Zyprexa. Los efectos secundarios de esta droga me convirtieron en una sombra de lo que era.

Las pastillas me causaron grave impotencia sexual, impidiéndome establecer relaciones sentimentales con mujeres. También provocaron inestabilidad emocional, constantes cambios de decisión y una apariencia deteriorada: ojeras permanentes, sobrepeso evidente. Familiares y conocidos se burlaban de mí con insultos como «cara de chancho», «cara de loco» y «drogo», como si fuera un adicto.

El punto de quiebre llegó cuando, en una discoteca, conocí a dos mujeres bellas que me besaron con pasión. Sin embargo, debido a la medicación, mi cuerpo no reaccionó y fracasé. Esa humillación me hundió aún más en la desesperación.

Además, me amenazaban con volver a internarme si leía la Biblia o si dejaba de tomar las pastillas. Me querían sometido, incapaz de decidir sobre mi propia vida.

El día que casi me suicido en el puente Villena (Miraflores, Lima)
Ese año, mi vida era un tormento constante. No veía salida y decidí arrojarme desde el puente Villena en Miraflores. Sin embargo, cuando estaba a punto de saltar, vi a una mujer con su hijo y no quise que el niño presenciara algo tan traumático. Luego, noté un auto blanco avanzando lentamente. Si saltaba, mi cuerpo podía caer sobre el parabrisas y causar un accidente fatal.

Fue entonces cuando desistí. No lo intenté de nuevo porque vi que un guardia municipal se acercaba y temí que, si me detenían, mi familia usara eso como excusa para volver a encerrarme en la clínica psiquiátrica Pinel, donde ya había estado secuestrado en 1998 y 2001.

Mi amor por los inocentes evitó que me suicidara. Dios fue mi fuerza.

Más sobre la Clínica Pinel y mi secuestro: Ver video

La lucha por justicia continúa
Durante años, me han silenciado con falsas acusaciones y diagnósticos fraudulentos. Pero los hechos hablan por sí mismos:

Si estuviera mentalmente enfermo, no podría expresar mi historia con tanta coherencia.
Si mis argumentos fueran débiles, no necesitarían recurrir a la difamación para desacreditarme.
Si no tuviera razón, el Ministerio Público no habría ignorado las pruebas y desestimado mi denuncia.
Solicité un examen psiquiátrico imparcial, pero me negaron la evaluación. Cuando fui a denunciar el intento de secuestro en diciembre de 2018, la comisaría rechazó mi denuncia porque mi madre había solicitado apoyo policial para internarme. Esa noche, llegaron a mi departamento cuatro policías, un médico con un certificado falso, mi madre y mi hermana Rosa. Uno de los policías me dijo: «No soy psiquiatra, pero veo que eres lúcido». Sin embargo, me recomendó conseguir otro certificado psiquiátrico para demandar por calumnias.

Cuando intenté obtener una evaluación independiente, el psiquiatra se negó a hacerla, argumentando que si mi diagnóstico salía normal, lo acusarían de fraude. La persecución que he sufrido es una muestra de cómo se usa la psiquiatría para reprimir a quienes piensan diferente. Pero sigo adelante. La verdad no puede ser silenciada.

Pero esa no fue la única situación cercana a la muerte que tuve que pasar a causa del extremo hostigamiento que padecí, me vi en esta difícil situación a fines de 2005:

Caminando al borde de la muerte por el sendero oscuro, pero buscando la luz, interpretando las luces proyectadas en las montañas para no dar un paso en falso, para evitar la muerte. █

La noche caía sobre la carretera central, un manto de oscuridad cubriendo el camino serpenteante que se abría paso entre las montañas. Él no caminaba sin un rumbo fijo, su rumbo era la libertad, pero el trayecto apenas empezaba. Con el cuerpo entumecido por el frío y el estómago vacío desde hacía días, no tenía más compañía que la sombra alargada que proyectaban los faros de los tráileres que rugían a su lado, avanzando sin detenerse, indiferentes a su presencia. Cada paso que daba era un desafío, cada curva una nueva trampa de la que debía salir ileso.

Durante siete noches y madrugadas, se vio obligado a avanzar por la delgada línea amarilla de una estrecha carretera de apenas dos carriles, mientras camiones, buses y tráileres pasaban a escasos centímetros de su cuerpo. En medio de la oscuridad, el estruendo ensordecedor de los motores lo envolvía, y las luces de los camiones que venían por detrás proyectaban su resplandor contra la montaña que tenía frente a su vista. Al mismo tiempo, veía otros camiones acercarse de frente, obligándolo a decidir en fracciones de segundo si acelerar el paso o mantenerse firme en su precaria travesía, donde cada movimiento significaba la diferencia entre la vida y la muerte.

El hambre era una bestia que lo devoraba desde dentro, pero el frío no era menos despiadado. En la sierra, las madrugadas eran garras invisibles que calaban hasta los huesos, y el viento lo envolvía con su aliento helado, como si intentara apagar la última chispa de vida que le quedaba. Se refugiaba donde podía, a veces bajo un puente, otras en un rincón donde el concreto le ofreciera algo de resguardo, pero la lluvia no perdonaba. El agua se filtraba por su ropa hecha jirones, pegándose a su piel y robándole el poco calor que aún conservaba.

Los camiones seguían su marcha, y él, con la esperanza terca de que alguien se apiadara, alzaba la mano, esperando un gesto de humanidad. Pero los conductores pasaban de largo, algunos con miradas de desprecio, otros simplemente ignorándolo como si fuera un fantasma. De vez en cuando, alguna alma compasiva se detenía y le ofrecía un corto viaje, pero eran pocos. La mayoría lo veía como una molestia, una sombra más en el camino, alguien a quien no valía la pena ayudar.

En una de esas noches interminables, la desesperación lo llevó a rebuscar entre los restos de comida abandonados por los viajeros. No le avergonzaba admitirlo: compitió por alimento con las palomas, arrancando pedazos de galletas endurecidas antes de que ellas las hicieran desaparecer. Era una lucha desigual, pero él era singular, pues no pensaba arrodillarse para rezarle a imagen alguna ni aceptar a hombre alguno como «único señor y salvador». No estaba dispuesto a complacer a siniestros personajes que ya lo habían secuestrado tres veces por diferencias religiosas, aquellos que con sus calumnias lo habían llevado a estar en la línea amarilla. En otro momento, un buen hombre le ofreció un pan y un refresco, un gesto que, aunque pequeño, significó un bálsamo en su sufrimiento.

Pero la indiferencia era la norma. Cuando pedía ayuda, muchos se alejaban, como si temieran que su miseria fuera contagiosa. A veces, un simple «no» bastaba para cortar cualquier esperanza, pero en otras ocasiones, el desprecio se reflejaba en palabras frías o miradas vacías. No entendía cómo podían ignorar a alguien que apenas se sostenía en pie, cómo podían ver a un hombre desfallecer sin inmutarse.

Sin embargo, siguió adelante. No porque tuviera fuerzas, sino porque no tenía otra opción. Avanzó por la carretera, dejando tras de sí kilómetros de asfalto, noches sin descanso y días sin comida. La adversidad lo golpeaba con todo lo que tenía, pero él resistía. Porque en el fondo, incluso en la más absoluta desesperación, aún ardía en él la chispa de la supervivencia, alimentada por el deseo de libertad y de justicia.

[Observa como Dios perdona al justo que peca, y observa como el justo aborrece a sus enemigos, lo cual no significa que Dios lo desapruebe, todo esto nos lleva a la conclusión de que el verdadero Israel son los justos, no importa el color de la piel, importa el color del espíritu en cada cual] Salmos 41:10 Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar, y me vengaré de ellos. 11 En esto conoceré que te he agradado, que mi enemigo no triunfe sobre mí. 12 En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado, Y me has hecho estar delante de ti para siempre. 13 Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, Por los siglos de los siglos. 

Evidendecias de los secuestros bajo la calumnia del enfermo mental que necesita internamientoDescarga

Que pase la desgraciada a juicio – Las calumnias de Sandra contra JoséDescarga